Jorge Eduardo Figueroa Guzmán conoce bien los pasillos del Ministerio de Educación. Lleva meses trabajando allí, pero siempre desde el anonimato de los cargos de confianza. Fue asesor, luego jefe de gabinete, siempre bajo la sombra de Morgan Quero, el polémico ministro que acaba de salir.
Este martes 14 de octubre, Figueroa dio el salto más grande de su carrera: pasó de ser el hombre de confianza del ministro a ser el ministro. Levantó la mano derecha ante el presidente José Jerí y asumió la responsabilidad de dirigir la educación de más de 8 millones de estudiantes peruanos.
El problema es que nadie fuera del Minedu sabe realmente quién es. No tiene trayectoria pública en educación, no ha sido docente, no ha dirigido colegios ni universidades, no ha publicado investigaciones pedagógicas. Es, básicamente, un abogado administrativo que terminó en Educación por caminos que solo él conoce.
Un abogado que no estudió pedagogía
Figueroa es abogado egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Hizo una Maestría en Derecho Procesal y un MBA en Administración Estratégica de Empresas en Centrum PUCP. Su especialidad es el Derecho Digital y nuevas tecnologías.
Lean bien eso: Derecho Digital. No educación, no pedagogía, no políticas públicas educativas. Su experiencia profesional está en derecho tributario, donde trabajó como asociado senior defendiendo empresas ante la SUNAT y otros organismos reguladores.
Es miembro del Colegio de Abogados de Lima y trabajó en el estudio Zuzunaga & Assereto Abogados, especializado en temas corporativos y tributarios. Nada que ver con educación.
¿Cómo termina un abogado tributario dirigiendo el sector educativo? La respuesta está en su relación con Morgan Quero.
El protegido de Morgan Quero
En mayo de 2024, cuando Morgan Quero estaba consolidando su equipo en el Minedu, nombró a Figueroa como Asesor II del Despacho Ministerial. Era un cargo de confianza, de esos que no requieren concurso público ni requisitos específicos más allá de la confianza del ministro.
Tres meses después, en agosto, Quero lo ascendió: ahora Figueroa sería jefe de gabinete de la División de Educación General (DEG), una posición clave porque coordina todas las políticas de educación básica regular.
Figueroa no era un técnico en educación, pero cumplía otras funciones: coordinaba, organizaba, gestionaba la agenda del ministro, manejaba asuntos administrativos y legales. Era, en términos simples, el hombre que hacía que las cosas funcionaran en la oficina.
Cuando Quero salió del ministerio tras la vacancia de Dina Boluarte, muchos esperaban que José Jerí nombrara a alguien completamente nuevo, sin vínculos con la gestión anterior. Pero no. Jerí eligió precisamente al protegido de Quero.
¿Continuidad o cambio?
El nombramiento de Jorge Figueroa genera una pregunta obvia: ¿esto es continuidad disfrazada de cambio?
Morgan Quero dejó el Minedu envuelto en múltiples controversias. Hizo declaraciones ofensivas sobre comunidades indígenas, defendió públicamente al gobierno de Dina Boluarte incluso cuando el país ardía en protestas, y mantuvo una línea confrontacional con sectores críticos.
Después de su renuncia, fue visto entrando a la casa de Boluarte, confirmando lo que todos sabían: era un ministro absolutamente leal a la expresidenta, más político que técnico.
Ahora el presidente Jerí pone en el cargo al hombre que trabajó codo a codo con Quero durante meses. ¿Qué mensaje envía esto? ¿Que las políticas educativas continuarán igual? ¿Que los mismos errores se repetirán?
Jerí prometió un gabinete sin vínculos con la administración anterior, pero en Educación nombró a alguien que era parte de esa administración. La contradicción es evidente.
Sin experiencia pedagógica en un sector que la necesita
El Ministerio de Educación no es cualquier ministerio. Aquí no basta con saber administrar o tener habilidades legales. Se necesita entender cómo aprenden los niños, qué necesitan los docentes, cómo se diseña un currículo, cómo se evalúa la calidad educativa.
Figueroa no tiene nada de eso en su currículum. Nunca ha sido profesor, nunca ha dirigido un colegio, nunca ha investigado temas pedagógicos. Su único contacto con educación fue trabajar como asesor administrativo en el Minedu durante menos de un año.
Esto contrasta brutalmente con lo que el sector necesita. La educación peruana enfrenta crisis múltiples: los aprendizajes cayeron durante la pandemia y no se recuperan, los docentes están desmotivados y mal pagados, la infraestructura escolar está colapsada, y las brechas entre educación urbana y rural son abismales.
¿Puede un abogado sin experiencia pedagógica enfrentar estos desafíos? La historia sugiere que no. Los mejores ministros de Educación han sido aquellos con trayectoria en el sector: docentes universitarios, investigadores educativos, pedagogos con experiencia de campo.
Los pecados heredados de Morgan Quero
Figueroa hereda varios problemas graves de la gestión de su exjefe:
El conflicto con comunidades indígenas: Quero hizo declaraciones que fueron percibidas como discriminatorias hacia pueblos originarios. Eso generó rechazo de organizaciones indígenas y debilitó las políticas de educación intercultural bilingüe.
La defensa ciega al gobierno de Boluarte: Quero se convirtió en vocero político del gobierno, olvidando que su trabajo era gestionar educación, no defender a la presidenta. Eso politizó excesivamente el ministerio.
El descuido de las reformas urgentes: Mientras Quero hacía declaraciones políticas, las reformas educativas se estancaron. No hubo avances significativos en carrera magisterial, evaluación docente, mejora de infraestructura o recuperación de aprendizajes post-pandemia.
Figueroa tendrá que decidir si mantiene ese rumbo o si intenta corregirlo. El problema es que, habiendo sido parte del equipo de Quero, difícilmente podrá marcar distancia real.
La crisis educativa que debe enfrentar
Los números de la educación peruana son devastadores:
Las pruebas PISA muestran que los estudiantes peruanos están entre los peores de América Latina en comprensión lectora, matemáticas y ciencias. La pandemia empeoró todo: los aprendizajes cayeron varios años y aún no se recuperan.
Miles de docentes están desmotivados. Ganan sueldos miserables, trabajan en condiciones precarias y sienten que nadie valora su trabajo. El sistema de evaluación y ascenso es percibido como injusto y burocrático.
La infraestructura educativa es un desastre. Miles de escuelas no tienen agua potable, baños dignos, internet o electricidad. En zonas rurales, los niños estudian en aulas que parecen establos.
Las brechas educativas son enormes. Un niño de Lima tiene oportunidades que un niño de la sierra rural ni siquiera puede imaginar. El sistema educativo, lejos de reducir desigualdades, las reproduce y profundiza.
¿Qué hará Jorge Figueroa con todo esto? ¿Tiene ideas propias o simplemente ejecutará lo que otros diseñen?