Aldo Martín Prieto Barrera representa el perfil del funcionario público de carrera: alguien que ha pasado décadas en distintas instituciones del Estado, acumulando experiencia en gestión, proyectos de inversión y administración pública.
Juramentó este martes como ministro de Transportes y Comunicaciones ante el presidente José Jerí. Es economista por la Universidad de Lima y tiene formación de posgrado robusta: maestría en administración y gerencia pública por el Instituto Nacional de Administración Pública de Madrid, España.
Además cuenta con una maestría en planificación estratégica del desarrollo y estudios concluidos en el doctorado de gobierno y administración pública de la Universidad Complutense de Madrid y en el doctorado en ciencias económico empresariales del Tech Global University.
Es el típico currículum de un tecnócrata: múltiples títulos, experiencia diversa en el sector público, pero sin trayectoria mediática ni política visible.
Del Banco de la Nación a la PCM
La carrera de Prieto incluye pasos por instituciones clave del Estado. Fue director del Banco de la Nación, la entidad bancaria estatal que opera en todo el país, especialmente en zonas donde la banca privada no llega.
También se desempeñó como jefe del Gabinete de Asesores de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), un cargo técnico de alto nivel donde coordinó políticas multisectoriales y asesoró directamente al primer ministro.
Fue supervisor económico-financiero de Ositran, el organismo regulador de infraestructura de transporte. Esta experiencia es relevante porque le dio conocimiento del sector que ahora debe dirigir desde el ministerio.
Además trabajó como consultor para el Ministerio de Energía y Minas, el Ministerio de Economía y Finanzas y la Corporación Financiera Internacional (IFC) del Banco Mundial, lo que le dio perspectiva internacional sobre proyectos de inversión y regulación.
Treinta años en el Estado
El comunicado oficial destaca que Prieto posee "más de 30 años de impecable trayectoria profesional" en organizaciones públicas y privadas de reconocido prestigio, entidades del sector público y proyectos de cooperación internacional.
Ha ocupado cargos de alta dirección y asesoramiento, desarrollando políticas en materia de gestión territorial, asistencia técnica, fortalecimiento de capacidades en los diferentes niveles de gobierno, sistemas administrativos del Estado, planeamiento estratégico, rediseño organizacional, regulación, gestión de inversiones públicas y APPs.
Es, en resumen, un generalista del sector público. No es especialista en transporte ni en telecomunicaciones específicamente, pero tiene experiencia amplia en gestión estatal, proyectos de inversión y articulación entre sectores.
El desafío del transporte: informalidad brutal
Aldo Prieto asume el MTC en medio de una de las crisis más graves del sector: el transporte informal que domina las ciudades peruanas.
El caos es evidente para cualquiera que salga a la calle:
Combis piratas operan sin autorización, sin seguros, sin mantenimiento adecuado. Los conductores trabajan jornadas extenuantes, manejan imprudentemente para captar más pasajeros y no respetan ninguna norma de tránsito.
Taxis informales pululan por miles. Cualquiera con un auto puede convertirse en taxista usando apps o captando pasajeros en la calle. No hay control, no hay verificación de antecedentes, no hay garantías de seguridad.
Transporte interprovincial informal opera en terminales clandestinos. Buses en pésimo estado mecánico viajan por carreteras sin supervisión. Los accidentes son frecuentes y mortales.
Extorsiones a transportistas: Las bandas criminales cobran cupos a empresas de transporte y asesinan a conductores que se niegan a pagar. El sector está aterrorizado.
Infraestructura vial colapsada
Más allá del transporte, el MTC también maneja infraestructura vial: carreteras, puentes, túneles. Y aquí los problemas son igual de graves:
Miles de kilómetros de carreteras están en pésimo estado: llenas de baches, sin señalización, sin mantenimiento regular. Viajar por carretera en el Perú es un riesgo permanente.
Proyectos emblemáticos paralizados: La Línea 2 del Metro de Lima avanza a paso de tortuga. El tren de cercanías sigue siendo una promesa incumplida. Obras de infraestructura portuaria y aeroportuaria se demoran años.
Concesiones conflictivas: Varias concesiones viales tienen problemas con empresas que no cumplen estándares de mantenimiento o que renegocian constantemente los contratos para sacarle más plata al Estado.