Vladimir Germán Cuno Salcedo pasó años en oficinas técnicas revisando planos de canales, calculando caudales, destrabando proyectos hídricos que llevaban décadas paralizados. No es político, no tiene carisma mediático, pero conoce algo fundamental para el agro peruano: cómo llevar agua donde no hay.
Este martes juramentó como ministro de Desarrollo Agrario y Riego ante el presidente José Jerí. Es ingeniero agrícola egresado de la Universidad Nacional Agraria La Molina, la casa de estudios más prestigiosa del país en temas agropecuarios.
Cuno tiene más de 15 años de experiencia liderando proyectos de infraestructura hídrica y desarrollo rural. Su trayectoria combina conocimiento técnico con experiencia en gestión pública. Entiende tanto los aspectos ingenieriles de un proyecto de irrigación como la burocracia estatal que los traba.
El hombre que destrabó los megaproyectos
La carta de presentación más importante de Vladimir Cuno es su trabajo reciente como Director General de Infraestructura Hidráulica y Riego del Midagri. En ese cargo lideró los procesos técnicos para destrabar proyectos emblemáticos que llevaban años o décadas paralizados.
Hablamos de Chavimochic, el megaproyecto de irrigación en La Libertad que debía ampliar miles de hectáreas agrícolas pero estaba entrampado en problemas técnicos, financieros y contractuales.
También Alto Piura, otro proyecto clave para llevar agua a zonas áridas de Piura y convertirlas en tierras productivas.
Y Majes Siguas II, el proyecto de irrigación más grande y complejo del país, que busca llevar agua desde la sierra hasta el desierto arequipeño para crear un valle agrícola moderno.
Estos proyectos no solo están paralizados por problemas técnicos. Están trabados por conflictos sociales, disputas entre empresas constructoras y el Estado, observaciones de contraloría, falta de financiamiento, cambios de diseño. Destrabarlos requiere no solo conocimiento ingenieril sino también capacidad de negociación y gestión.
Cuno trabajó precisamente en eso: revisar expedientes técnicos, coordinar con empresas contratistas, buscar soluciones a observaciones, gestionar recursos ante el MEF, negociar con gobiernos regionales. Un trabajo ingrato, burocrático, pero absolutamente necesario.
De Vivienda a Agricultura: experiencia diversa
Antes de llegar al Midagri, Cuno trabajó en el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, donde fue Director Ejecutivo del Programa Nacional de Vivienda Rural. Allí se enfocó en cerrar brechas habitacionales en zonas rurales y supervisó proyectos de saneamiento rural financiados con recursos públicos y cooperación internacional.
Esa experiencia le dio una perspectiva importante: entender las condiciones de vida de las familias rurales, sus necesidades básicas y cómo el Estado puede (o no puede) llegar con servicios esenciales a zonas alejadas.
También trabajó en el Ministerio de Economía y Finanzas como especialista en Seguimiento de Inversiones del FIDT (Fondo Invierte para el Desarrollo Territorial). Estuvo a cargo de revisar y validar informes de seguimiento físico-financiero de proyectos en el marco del sistema Invierte.pe.
Además apoyó en la evaluación ex ante y ex post de proyectos estratégicos, lo que le dio conocimiento sobre cómo el MEF evalúa proyectos de inversión pública y qué criterios usa para aprobar o rechazar financiamiento.
Los desafíos del agro peruano
Vladimir Cuno asume el Midagri en medio de múltiples crisis que golpean al sector agrario:
Crisis climática brutal: El Fenómeno El Niño y el cambio climático están destrozando la agricultura. Sequías en la sierra, inundaciones en la costa, heladas fuera de temporada. Los agricultores no saben cuándo sembrar porque el clima ya no es predecible.
Escasez de agua: Los glaciares se derriten, los ríos traen menos agua, las lluvias son irregulares. La infraestructura hídrica está obsoleta o inexistente. Miles de hectáreas productivas se pierden cada año por falta de agua.
Pequeños agricultores abandonados: El 70% de la agricultura peruana es de pequeña escala, familias que siembran 2 o 3 hectáreas. No tienen acceso a crédito, tecnología, asistencia técnica ni mercados formales. Sobreviven más que producir.
Conflictos por tierra y agua: En zonas rurales hay enfrentamientos constantes entre comunidades por el acceso a agua de riego. También conflictos entre agricultura tradicional y agroindustria moderna por recursos hídricos.
Abandono de la sierra: Los jóvenes rurales migran a las ciudades porque en el campo no hay futuro. Los que quedan son adultos mayores sin capacidad de innovar o aumentar productividad.
La promesa de los proyectos de irrigación
Si Cuno logra destrabar y concluir proyectos como Chavimochic, Majes Siguas y Alto Piura, podría cambiar significativamente la producción agrícola nacional. Estos proyectos permitirían ampliar decenas de miles de hectáreas de frontera agrícola, especialmente para agroexportación.
El problema es que estos megaproyectos benefician principalmente a la agroindustria moderna, no a los pequeños agricultores tradicionales. Son empresas grandes las que podrán invertir en las nuevas tierras irrigadas, comprar tecnología moderna, exportar.
Mientras tanto, el campesino de la sierra con 2 hectáreas de papa seguirá en la pobreza. Cuno tendrá que equilibrar: impulsar la agroindustria exportadora sin abandonar a la agricultura familiar.
El fantasma del Niño Costero
Uno de los temores más grandes para 2025-2026 es la posibilidad de un nuevo Fenómeno El Niño Costero como el de 2017, que destruyó cultivos, infraestructura agrícola y vías de comunicación en la costa norte.
Los científicos advierten que con el cambio climático estos eventos serán más frecuentes e intensos. El Midagri debe prepararse: sistemas de alerta temprana, planes de contingencia, seguros agrarios, infraestructura resiliente.
¿Está el ministerio preparado? No. Nunca lo está. Pero Cuno, con su experiencia en infraestructura hídrica, al menos entiende la magnitud del problema y la necesidad de invertir en prevención.